Con una incidencia acumulada de Covid-19 superior a los 500 casos por cada 100.000 habitantes en los últimos 14 días, Cantabria es una de las comunidades que vuelve a hacer frente a un nuevo envite del virus. Tomando como referencia la gestión en oleadas previas, la comunidad analiza los nuevos retos que plantea la pandemia, como los contagios en personal sanitario ya vacunado, la 'vuelta atrás' en la desescalada, el negacionismo, o las mejoras que deberá incoporar el SNS tras el efecto pandémico. Su consejero de Sanidad, Miguel Rodríguez, ponía voz a todos estos proyectos y objetivos en una entrevista concedida a Redacción Médica.
Uno de los temas que más preocupa en estos momentos es la evolución del Covid-19. Dadas las circunstancias, y en un contexto de recuperación de medidas de control, ¿podemos afirmar que estamos ante una nueva ola de contagios?
Yo tengo claro que sí. Es cierto que se trata de una ola distinta, que afecta mayoritariamente a los jóvenes y está teniendo una repercusión hospitalaria lenta, pero no hay ninguna duda de que estamos ante una quinta ola. En la actualidad estamos dando datos de incidencia que no habíamos registrado en ninguna de las anteriores.
Esta quinta ola llega en pleno proceso de vacunación. ¿Qué mensaje enviaría a la población sobre este escenario, en el que tiene especial importancia la llamada ‘fatiga pandémica’?
Miguel Rodríguez asegura que el colapso sanitario es "ninguno".
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El mensaje que hay que transmitir a la población es claro: esto no ha acabado. El virus sigue estando ahí, y una parte fundamental para evitar que vengan más olas la tenemos que poner nosotros. Es cierto que la vacunación ha cambiado drásticamente el panorama, en el sentido de que las personas mayores están protegidas. Afortunadamente esta ola nos ha cogido con toda esa gente vacunada, porque de lo contrario habríamos tenido serios problemas asistenciales.
Creo que no hemos sabido transmitir a la población dos mensajes en los que hay que insistir. El primero es que la vacunación es altamente eficaz a la hora de proteger de daños graves en caso de que te infectes, pero no evita que te contagies. Muestra de ello es que, en Cantabria, está subiendo la incidencia en mayores de 65 años. Es cierto que la mayoría no están ingresados, pero han contraído la infección a pesar de estar vacunados. Tenemos la creencia de que una vez vacunados todo está solucionado, y no es así. El segundo mensaje tiene que ver con las medidas de protección, que hay que seguir cumpliendo. Entiendo la fatiga pandémica de una sociedad que lleva más de un año en esta situación, y entiendo todavía mejor la fatiga de los profesionales, pero tenemos que seguir usando la mascarilla siempre que no podamos mantener la distancia de 1,5 metros, algo muy complicado en núcleos urbanos.
Uno de los indicadores más importantes durante toda la pandemia ha sido el de la presión asistencial en las UCI. En ese sentido, hay datos que apuntan que buena parte de los casos que actualmente se encuentran en este tipo de unidades son personas no vacunadas. ¿Considera que los negacionistas suponen un problema para el sistema sanitario?
Creo que en este momento suponen un problema para la sociedad todas aquellas personas que no se quieran vacunar. Me considero un firme defensor de la libertad individual para que cada persona, desde el punto de vista sanitario, tenga la autonomía suficiente para decidir qué quiere hacer y qué no. Sin embargo vivimos en una colectividad, y si mi comportamiento afecta a los demás, la cosa cambia.
Las vacunas son altísimamente eficaces a la hora de prevenir hospitalizaciones e ingresos UCI, y eso se refleja en los casos actuales. En nuestro caso, la mayoría de ingresados en UCI estaba sin vacunar, en ocasiones porque no les había llegado el turno por edad pero muchas otras porque han rechazado la vacunación. Por tanto, los antivacunas son un problema para el sistema sanitario, puesto que ocupan una cama para una persona que podría necesitarla, pero sobre todo lo son para el resto de la sociedad porque están haciendo de agentes transmisores de la infección.
¿El riesgo de colapso sanitario o de volver a situaciones críticas como las que ya se han vivido anteriormente es actualmente real en Cantabria?
Por supuesto que no, y aquí soy rotundo. Las características de esta ola son completamente distintas y eso cambia el panorama. Ahora mismo, el grupo de edad con más ingresados es el de 30-40 años, que es gente muy joven y normalmente resuelven el proceso en muy pocos días. Al no suponer estancias tan largas, es más difícil llegar a una situación de colapso o presión en los hospitales.
El riesgo de colapso hospitalario por esta quinta ola de Covid es ninguno. Evidentemente la hospitalización está aumentando, pero creo que tenemos que plantear la siguiente reflexión: no podemos medir la situación solo por lo que pasa en los hospitales. Tenemos que pensar en otras partes del sistema sanitario como la Atención Primaria o las unidades de Vigilancia Epidemiológica, que ahora mismo están sobresaturados de trabajo. Además, como sociedad no nos podemos permitir que las personas más vulnerables ahora, que son aquellas con comorbilidades, terminen ingresando en una UCI o incluso puedan perder la vida.
"Los antivacunas son un problema, puesto que ocupan una cama para una persona que podría necesitarla"
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En el caso del personal sanitario, se están viviendo casos de contagio en ya vacunados. ¿Qué impacto tiene esta circunstancia en el ámbito asistencial?
Incluso entre los profesionales sanitarios, el hecho de estar vacunados ha generado un poco de euforia, entendida como una sensación de protección. Estamos trabajando para que cuando esos casos se dan, y tienen que dejar la asistencia para permanecer en aislamiento, podamos responder. Es cierto que hablamos de un número bajo, no está siendo generalizado, pero el mensaje es claro: normalmente, los profesionales que trabajan en instituciones sanitarias no se infectan en instituciones sanitarias. Por tanto, es importante que también tengan esa precaución para evitar infectarse y trasladarlo a sus compañeros.
Si hablamos de restricciones, resulta imposible no mencionar la sentencia del Tribunal Constitucional sobre el estado de alarma. ¿Qué implicaciones puede tener esta decisión a nivel autonómico?
En el posicionamiento del Tribunal Constitucional no voy a entrar, lógicamente. Es un tribunal y hay que mostrar respeto absoluto a las decisiones de todos ellos. Lo que sí querría decir es que la medida fue efectiva y gracias a ese confinamiento se salvaron muchas vidas, de esto no hay duda. Otra cosa es que estuviera mal catalogado y en vez de estado de alarma tuviera que ser estado de excepción, que ahí no entro porque es una cuestión jurídica.
Sobre cómo nos va a afectar a nivel autonómico, ahora las medidas son distintas y tienen que llevar la autorización previa de la justicia. Por lo tanto, esta decisión no nos va a afectar porque la justicia ya tenía previamente la última palabra en este sentido.
Como consejero y también como profesional, ¿cree necesario una Ley Nacional de pandemias como piden numerosas autoridades sanitarias a nivel autonómico?
Yo no lo llamaría una Ley Nacional de Pandemias pero desde luego sí que pediría una Ley de Salud Pública que nos dé más herramientas a las comunidades autónomas para que cuando tengamos que establecer medidas limitativas de libertades individuales, tengamos la garantía de que se pueden hacer con rapidez y sin el trámite previo de tener que solicitar autorización judicial.
Eso también tiene que quedar claro. Las autoridades sanitarias no tenemos ningún interés en poner medidas limitativas a las libertades de los ciudadanos. Nosotros estaríamos encantados de no tener que poner ninguna medida limitativa. Cuando las ponemos es porque los expertos, en Salud Pública en este caso, nos indican que hay que hacerlo y que debemos hacerlo.
Estoy recordando el último tema de Baleares, con el confinamiento que se hizo a personas que eran positivos o que eran contactos de esos positivos y que al final, por no tener una ley que nos amparase, ha habido problemas e incluso hay personas que tienen pleitos pendientes. Por lo tanto, yo creo que sí que necesitaríamos esa nueva regulación en una nueva Ley de Salud Pública.
Dejamos momentáneamente la pandemia a un lado. Vamos a cambiar de tema. Tenemos entendido que Cantabria prevé solicitar al Ministerio de Sanidad una mayor asignación para residentes de Medicina, para MIR respecto a la última convocatoria. ¿Nos puede ampliar un poco más?
Con respecto a la última no estamos en disposición de ampliar más porque tenemos la limitación de las Unidades Docentes. Es decir, para poder asumir más plazas tienen que estar acreditadas por el propio Ministerio, y nosotros ya estamos en ese tope de acreditación. Solicitar más plazas supondría que necesitaríamos más recursos, en el sentido de tener más tutores, pero además tener también capacidad asistencial. Lógicamente, no podemos disminuir la calidad con la que se forman los residentes.
Es cierto que en Primaria, esto sí que lo planteo, el Ministerio debería revisar los requisitos de acreditación de las Unidades Docentes, en el sentido de que hay algunos que se podrían flexibilizar, para que pudiésemos aumentar la capacidad docente en las comunidades y para que hubiese más gente en el ámbito de la Medicina Familiar y Comunitaria. Esto sí que nos permitiría aumentar la oferta en una categoría profesional, la de médicos de Familia, en la que todas las comunidades autónomas tenemos verdadera escasez de profesionales.
Y en cuanto a esas prácticas, el año pasado se suspendieron debido a la pandemia. Muchas regiones ya están retomándolas, ahora que la situación epidemiológica está un poco más controlada. ¿Cómo serán las prácticas clínicas de Medicina y Enfermería en el próximo curso?
Yo tengo mucha confianza porque ya cuando empiecen las prácticas en el próximo curso de los estudiantes de Ciencias de la Salud, la campaña de vacunación estará muy muy avanzada y esperemos que ya estemos fuera de esta quinta ola. Tengo muchas esperanzas en que sea normal. De hecho,en la última etapa del curso pasado, se hicieron las prácticas con normalidad y yo espero que sea así en este nuevo curso académico. Siempre, lógicamente a expensas, como he dicho antes, de este virus, que nos da sorpresas.
Un virus que, como decía usted nos da sorpresas, y que ha supuesto un revés para el SNS. ¿Qué cambios deberían llevarse a cabo? ¿Cómo incorporar esas enseñanzas que ha dejado la pandemia?
Yo creo que nosotros tenemos un Sistema Nacional de Salud magnífico, lo digo siempre. Evidentemente, el Covid le ha golpeado y ha sacudido sus cimientos. Ningún sistema sanitario, en el mundo, ninguno - nosotros partíamos de una situación de ventaja- ha quedado inmune a esta pandemia. Por lo tanto, hay evidentemente lecciones que tenemos que aprender. Yo, por ser claro y preciso, me inclinaría básicamente por dos. Tenemos que volver a repensar la estructura del sistema sanitario, con una revisión clara de la Atención Primaria, del enfoque que hay que darle y de la organización.
Yo apostaría por darle también más autonomía a los centros sanitarios, pero también con más responsabilidades. Y, desde luego, una cuestión que tenemos ahí pendiente desde hace muchísimo tiempo es el tema de la gestión del personal. Tenemos que dotar al SNS de herramientas verdaderas de gestión de personal. Y digo de gestión y no de administración de personal, que es lo que hacemos actualmente. Administramos personal y lo gestionamos muy poco. Desde la selección a la incentivación y el poder establecer unos objetivos que luego sean medibles y tengan lógicamente repercusión en el ámbito de los incentivos.
Dentro de esa asistencia, hay una gran parte de pacientes que son no-Covid. ¿Cuáles son los principales retos que presenta este colectivo en la atención que debe abordar Cantabria?
Ahí nosotros hemos ido dando pasos, en el sentido de que tenemos todavía que mejorar la accesibilidad asistencial a los centros de Primaria cuando sea necesaria. Porque también digo, no vamos a dar marcha atrás en cuestiones en las que hemos avanzado gracias a la pandemia que se resuelven no presencialmente y lo ideal es que sigan así. Lógicamente, cuando un paciente hay que explorarle, hay que tener un contacto con él, la presencialidad es necesaria y eso lo tenemos que recuperar al 100 por 100. Estamos ya en vías de ello pero es cierto que, en este momento, con este repunte, otra vez se ha resentido.
Y luego tenemos que lógicamente recuperar todo lo que hemos atrasado por culpa del Covid. Ahí me refiero a listas de espera y a accesibilidad al sistema, que hay que volverlo a recuperar y darle un avance importante para volvernos a situar como estábamos antes de esta pandemia.
"Tenemos que repensar la estructura del SNS, con una revisión clara de AP"
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Vamos a terminar hablando de la tecnología sanitaria. Tiene cada vez más fuerza tanto en el ámbito de la investigación como también en el abordaje del paciente. ¿Qué acciones se están llevando a cabo desde la consejería en este ámbito?
Es el ámbito que más reforzado ha salido gracias a la pandemia. La pandemia ha tenido consecuencias terribles para las personas pero sin embargo, en el acto de la digitalización del SNS, que era importantísimo y que estaba en muchas cosas obsoleto, nos ha permitido dar un paso de gigante. Marcados por la propia pandemia, se han hecho desarrollos tecnológicos increíbles. Aquí en Cantabria, hemos trabajado en el certificado Covid y los sistemas de información. Yo ahora mismo puedo ver en un golpe de vista la situación epidemiológica de Cantabria. Eso hace unos meses era impensable.
Aparte de esos avances, hemos hecho un desarollo más específico para que las pruebas de antígenos, mediante un teléfono o un smartphone se puedan leer y se incorporen al sistema de resultados.
Acabamos de terminar todo lo que es la historia clínica digital de Atención Primaria, con un nuevo sistema que se llama AC-Cantabria y que no solo mejora las funcionalidades para los profesionales de una forma espectacular, sino que también nos permite que, independientemente de que el paciente pueda ser de cualquier Zona Básica de Cantabria, se va a poder ver su historia clínica en cualquier punto de la red en que esté citado ese paciente. Además, nos ha permitido mejorar el hardware de todos los consultorios y centros de salud de Atención Primaria, por lo tanto, ahí se ha dado un paso de gigante.
Estamos también trabajando en el ámbito de la atención especializada, en su historia clínica, en la prescripción electrónica, haciendo mejoras importantes en la comunicación Primaria especializada de forma electrónica. También estamos trabajando en lo que es Big Data, en un proyecto europeo en el que nosotros vamos a compartir de forma anonimizada, es decir sin que se pueda identificar a los pacientes, nuestra historia clínica de salud con el resto de servicios de salud europeos.
Otro proyecto muy importante es la cohorte Cantabria. Nuestro objetivo es reunir a todos los que podamos pero el ideal sería llegar a los 40.000 cántabros entre 40 y 70 años. Lo que vamos a hacer es seguirles a lo largo del tiempo, a lo largo de los años para ver cómo se produce la enfermedad, y de ahí, por supuesto sacar conclusiones de cara a la prevención y al tratamiento. En ese campo, realmente, la pandemia nos ha supuesto un avance increíble.
Entrevista completa a Miguel Rodríguez, consejero de Sanidad de Cantabria
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