Cuando la persona que ha salvado incontables vidas es quien pierde la suya es difícil encontrar las palabras adecuadas. Sin embargo, un trabajador del
SAMU 112, el servicio de emergencias asturiano, lo ha conseguido. El obituario que dedica a su compañera
Esther Colunga,
publicado en su blog personal, ha recorrido el Principado de punta a punta; ya que sus palabras sirven para que los profesionales encuentren algo de consuelo en el silencio que ha dejado la marcha de “la médico más inteligente, más brillante” del servicio.
El pasado martes 14 por la mañana el SAMU “se paralizó”, explica el autor de la misiva. Colunga falleció de forma inesperada mientras dormía en su casa y las
emergencias en las que trabajaba no pudieron hacer nada por salvar su vida, “aunque las normas del SAMU digan que los compañeros nunca mueren”. Lo único que se pudo hacer es activar la
UVI móvil “y esperar noticias con el corazón encogido”. Noticias que cuando se confirmaron, llenaron de horror a los compañeros.
Embargado por el llanto “silencioso e incrédulo” del equipo, el profesional del SAMU escribe el pasaje más sobrecogedor de su despedida a Esther Colunga: "Trabajamos al lado de la Muerte. Actuamos mientras Ella calla, observa. Pero a quien quiere Ella se lleva. Y nadie cambiará su suerte. Podemos retrasar lo inevitable, pero Su decisión será inapelable. Ya podemos luchar, suplicar clemencia, tratar de atrapar su alma en nuestras manos. El último esfuerzo de la Ciencia será en vano. Las fechas de llegada y de partida ya las trae escritas el Libro de la Vida".
“Se ha marchado quien fue mi tutora la primera vez que, siendo residente, me subí temblando a una UVI móvil, hace ya 15 años. Aquella que me transmitió tal pasión, tal ilusión por su trabajo, que hizo que me enamorase de él”, recuerda el autor, quien subraya que Colunga era una profesional apreciada por todo el servicio. “Ha sido un honor, un privilegio, una tremenda suerte haberte conocido y haber compartido contigo estos años”, añade.
El médico del SAMU autor del emotivo texto acompaña su despedida con unos versos “aprendidos en la facultad” y que sirven para poner el broche a un texto que culmina con un “descansa en paz, Esther. Hasta siempre, compañera”. Este es el poema:
Los médicos también lloran.
Los médicos también sienten.
Los médicos también gritan.
Los médicos también temen.
Los médicos también huyen.
Los médicos también pierden.
Los médicos también sufren.
Los médicos también mueren.
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