La sexta ola de la pandemia del Covid-19 ha puesto una vez más en jaque a los sistemas sanitarios. Con lo aprendido en estos dos últimos años, el
Servicio Andaluz de Salud (SAS) ha podido controlar la Incidencia Acumulada,
redirigiendo los casos a la Atención Primaria. De este modo, la variante Ómicron ha supuesto un nuevo desafío al sistema sanitario andaluz, por el cual la presión hospitalaria se ha visto rebajada a favor de la intensificación de la asistencia en los centros de salud. Con la mirada puesta en el personal sanitario, el gerente del SAS,
Miguel Ángel Guzmán, hace balance junto a
Redacción Médica en
‘Lecciones del Covid-19’, de la gestión sanitaria de los últimos meses, sin olvidar que la pandemia todavía no ha finalizado.
¿Qué balance hace de la gestión de la pandemia tras dos años del primer caso del coronavirus Covid-19 detectado en España?
Nuestra primera reflexión es la gran lección de humildad recibida, los diferentes sistemas sanitarios están siendo sometidos al estrés más duro y prolongado en el tiempo de nuestra historia reciente. Los enormes avances tecnológicos y científicos de las últimas décadas, la pretendida solidez del moderno estado del bienestar y la globalidad de la economía son fortalezas y debilidades en función del plano en que los analicemos, si hablamos de lo que definimos como primer mundo, pues ha sido superado por la irrupción de una nueva enfermedad de la que vamos aprendiendo a medida que la vamos combatiendo.
¿Cuáles cree usted que han sido los puntos más fuertes de la sanidad española a la hora de hacer frente a la pandemia? ¿Y los débiles?
Nuestra mejor defensa ha sido sin duda la ejemplar dedicación y vocación resiliente de los profesionales del sector sanitario, sin olvidar otros muchos trabajadores que hemos calificado de esenciales, empresarios y tantos otros que no han dejado de prestar en ningún momento su servicio, muchas veces transparente pero imprescindible para mantener las actividades básicas de nuestra sociedad. También ha sido clave la universalidad del sistema sanitario público y la colaboración con la sanidad privada, desarrollando una amplísima capacidad de adaptación de las estructuras sanitarias al tiempo que se adecuaban otras no sanitarias como instalaciones adaptadas a la asistencia de pacientes, vacunación, cribados, etc., sin dejar atrás la pronta respuesta y dedicación de los gestores a nivel local y de las comunidades autónomas.
"Hemos sido superados por la irrupción de una nueva enfermedad de la que vamos aprendiendo a medida que la vamos combatiendo"
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¿Cree usted que la sexta ola será la última ‘gran ola’ de la pandemia?
Preventivistas, epidemiólogos, microbiólogos, infectólogos, inmunólogos y otros expertos e investigadores nos vienen advirtiendo de la evolución “natural” de las pandemias, la sucesión de olas que se van atenuando en la medida que la población adquiere inmunidad sea natural o adquirida era previsible, pero la gran incógnita es cómo se adaptará o desaparecerá el patógeno. Otros coronavirus han evolucionado con muy corto recorrido, pero la globalización es la variable que hace décadas no estaba en la ecuación. En tanto que siga habiendo en el planeta grandes bolsas de población no inmunizada, el riesgo de rebrotes sigue siendo francamente alto, así como poco predecible o controlable a priori, si pretendemos la “normalidad” a toda costa y a corto plazo.
¿Es el momento de gripalizar el Covid-19? ¿Cómo debe ser el seguimiento de la enfermedad llegado ese punto?
Bajo mi punto de vista no hablaría de “gripalizar la Covid-19”, quizá pueda ser nuestro mecanismo inmediato de defensa frente a la variante omicron una vez comprobada su menor morbimortalidad y la efectividad de las vacunas en la evolución clínica en una inmensa mayoría de los infectados, pero en modo alguno podemos relajar las medidas básicas de prevención frente a los contagios, ni olvidar barreras más contundentes contra eventuales mutaciones que puedan desarrollar mayor agresividad del virus.
¿Qué aprendizaje personal le deja a usted la pandemia del Covid-19?
Personalmente creo que debemos profundizar sin ambajes en la solidaridad, cooperación y unidad de acción entre regiones y países, concienciarnos que los sistemas de salud deben ser interoperables y colaborativos, implementando universal y decididamente el concepto “one health”, pues queda demostrado que el ser humano no es el centro de la naturaleza sino parte de ella. Nuestro esfuerzo y talento colectivo como especie debe hacernos definitivamente conscientes que ciencia e investigación deben ser obligación y patrimonio de todos. No habremos avanzado nada si seguimos afrontando el futuro a medio y largo plazo bajo los mismos paradigmas.
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